lunes, 9 de noviembre de 2009

La bliblioteca escolar en el Perú


En 1978, según Resolución Ministerial Nº 1795-78-ED, el Ministerio de Educación del Perú designó el 10 de noviembre como el Día de la Biblioteca Escolar, en reconocimiento a la exitosa gestión cumplida por el señor Ciro Napanga Agüero a favor de la biblioteca escolar. Sin duda, se trata de una fecha propicia para dar una mirada a la situación de estas unidades de información en el contexto actual de la educación básica de nuestro país.
Desde décadas atrás, las Instituciones Educativas públicas y privadas consideraron necesaria la construcción e implementación de bibliotecas escolares para lograr un correcto desempeño de sus labores educativas. Sin embargo, la situación de las bibliotecas escolares de las instituciones públicas se ha deteriorado en los últimos años.
Esta situación se debe a varios factores, entre los que podemos mencionar la promulgación de un decreto que derogó el 20% de los ingresos de las Asociaciones de Padres de Familia (Apafa) que se destinaban al mantenimiento de las bibliotecas, la aparición de diversos soportes tecnológicos de información y las posibilidades de acceso al Internet o a fuentes de información digital, entre otras. Todo ello ha originado el abandono de estos espacios importantes para el apoyo de las acciones pedagógicas en el proceso de enseñanza y aprendizaje, lo que se traduce en fondos bibliográficos obsoletos que no responden al currículo actual, personal improvisado y poco motivado, así como mobiliarios y ambientes poco adecuados.
Sin embargo, viendo la otra cara de la realidad, podemos encontrar gestores de instituciones educativas públicas que saben valorar y mantener dichos espacios. Son pocos pero allí están, cumpliendo el rol que les compete. Los resultados se reflejan en estudiantes y docentes que investigan, tienen mejores habilidades comunicativas verbales y manejan herramientas bibliográficas, aspectos que deben interesar a toda la comunidad educativa.


La lectura

Es un espacio para leer, escribir y aprender...


La lectura tiene aspectos que se nos escapan. No sabemos qué fuerzas actúan para queunas personas lean compulsivamente y otras aborrezcan dicha práctica. Desconocemoslas razones por las que leemos en unos lugares y no en otros, incluso sabemos pocode cómo nos convertimos en lectores. Unas veces fueron nuestros padres los transmisoresde la magia de la literatura oral y otras un profesor que, mientras hablaba dela lectura, leía y nos cautivaba. Quizás una leve enfermedad que nos mantuvo “cosidos”a la cama una buena temporada nos permitió horas de fascinante lectura. Tal vez nuestraafición se deba al préstamo de un libro que nos hizo un amigo o incluso a una prohibición.Probablemente la carencia de libros en la infancia estimuló nuestra curiosidad yselló una amistad definitiva con ellos. Cada lector, cada lectora ha recorrido un camino,pero resulta difícil definir el momento, señalar la chispa que encendió una pasiónque no hemos abandonado. El hábito lector obedece pues a causas ocultas, por lo queresulta difícil generarlo y alimentarlo con fórmulas concretas.